Años iguales, desafíos diferentes
Por Damian Smuraglia – Docente de la escuela de SADA.
La RAE nos dice que desde el punto de vista de la astronomía, un año es el tiempo que tarda la tierra en dar una vuelta alrededor del sol y esto equivale a 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, también nos dice que un año es el período de doce meses a contar desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre inclusive, o bien el período de doce meses a contar desde un día cualquiera, hasta aquí podríamos asegurar que el 2020 ha sido un año exactamente igual a los anteriores, pero para la mayoría de nosotros, un año es mucho más que una sucesión de días consecutivos, es más bien una sucesión de hechos, encuentros, desencuentros, triunfos, derrotas, alegrías, tristezas, risas, llantos y una infinidad de sensaciones que nos suceden en ese lapso de tiempo, entonces, estamos en condiciones de asegurar que el 2020 no fue para nada un año similar a los anteriores, por el contrario, fue un año absolutamente diferente, un año que nos obligó a cambiar muchas de las cosas que para nosotros eran normales, tanto en nuestra vida personal como en la laboral. Concluida esta introducción, me gustaría hacer un breve resumen de lo que fue este 2020 en la escuela de apicultura de la SADA desde el punto de vista de un colaborador de la misma.
Todo comenzó aquel sábado 7 de marzo en el apiario La Gloria, arrancaba el nuevo grupo de futuros peritos apicultores su jornada de nivelación, con una concurrencia más que auspiciosa, esto se vio confirmado al sábado siguiente, el 14, cuando se integró el otro grupo de futuros peritos que venían cursando del año anterior y arrancaban su segundo cuatrimestre, además comenzaba el curso de iniciación apícola con gran cantidad de alumnos, todo hacía presagiar un excelente año para la escuela, el cuerpo docente y todos los que colaboramos estábamos muy entusiasmados con lo que se venía, sin embargo, aquel jueves 19 de marzo llegaría una noticia que dinamitaba todos los planes, a raíz de la pandemia de COVID 19, se decretaba una cuarentena estricta y obligatoria en todo el país, lo cual obligaba a discontinuar las clases en la escuela. A partir de allí vinieron momentos de gran incertidumbre, en los cuales realmente no se sabía cuál sería el futuro de la institución, fue en ese momento, donde realmente se necesitaba, que volvieron a ponerse la escuela al hombro el director y los docentes que más tiempo llevan allí y con la colaboración del presidente de la institución, empezaron a barajar la posibilidad de las clases virtuales como salida rápida y así poder ganar tiempo para poder generar contenidos a la altura de la historia tan rica que tiene la escuela, se sucedieron semanas muy difíciles, donde cada decisión se tornaba trascendental para el futuro, se arrancó entonces con reuniones a través de la plataforma digital zoom, por supuesto que previamente se les consultó a los alumnos inscriptos en los cursos si querían participar de esta nueva modalidad hasta que se permitieran nuevamente las visitas al apiario, el curso de perito apicultor no sufrió bajas considerables, si el de iniciación apícola. Fueron meses de mucho trabajo para los profes, yendo a la escuela en grupos muy reducidos a grabar material audiovisual para enviar a los alumnos, generando nuevas presentaciones para compartir en las reuniones virtuales, editando videos, y muchas otras actividades que hubo que aprender en tiempo récord. Se logró sortear así la primera mitad del año, pero las restricciones seguían y había que lanzar los cursos de la segunda mitad, se consensuó ir hacia la modalidad semi presencial, aprovechando la experiencia y el material generado en el primer cuatrimestre, y esperando, lo más pronto posible, poder volver a las jornadas presenciales para poder así realizar la parte práctica del curso. La adhesión a este nuevo sistema semi presencial fue muy importante, tanto en el curso de iniciación como en el de perito hubo gran cantidad de inscriptos, llegando entre los dos a casi 100 alumnos, cosa absolutamente impensada meses atrás, también detectamos que se había anotado gente de lugares no muy cercanos, atraídos por la posibilidad de cursar desde sus casas y solamente viajar a Pontevedra para realizar las prácticas. A mediados de octubre se empezaba a barajar la posibilidad de habilitar reuniones al aire libre para un grupo reducido de personas, rápidamente se generó el protocolo de bioseguridad correspondiente, se organizaron los grupos de alumnos y docentes y finalmente el 31 de octubre llegó el gran día, volvimos a recibir en la escuela a los alumnos, se me hace difícil expresar con palabras la satisfacción que experimentamos todos ese día, los alumnos, por estar llevando a la práctica todo lo aprendido, y los docentes y colaboradores por haber sorteado meses de una gran incertidumbre y haber podido salir airosos. Sábado a sábado se repitió la escena en la escuela, alternándose alumnos de iniciación y perito, pudiendo así llevar a la práctica todo lo aprendido en las reuniones virtuales.
Ahora llegará el momento de analizar y canalizar todo lo acontecido en este año, que, a pesar de haber durado lo mismo que los anteriores, fue, sin ninguna duda, un año totalmente diferente.