Moscardón cazador de abejas: La amenaza para la apicultura que aparece cada verano.
Este verano, el moscardón cazador de abejas, Mallophora ruficauda, un enemigo que todos los años tiene en jaque a los apicultores volvió a atacar con más fuerza que otros años. Pareciera que ni la pandemia puede con él.
Por: Dra. Marcela Castelo. mcastelo@ege.fcen.uba.ar
Desde hace muchos años, el moscardón es un problema serio para la apicultura debido a que es un voraz depredador de abejas. Su acción negativa se produce por interferencia directa, al capturar a las abejas en vuelo y alimentarse de ellas en la temporada de mayor actividad, y por acción indirecta, debido a que las abejas perciben la presencia de su cazador en los pastizales dejando de salir a forrajear, con la disminución de los niveles de producción de miel y otros productos de la colmena. La acción depredadora del moscardón se produce de diciembre a marzo, cuando los adultos se encuentran presentes en los campos alimentándose y poniendo sus huevos. El resto del año, el ciclo biológico se desarrolla bajo tierra, ya que sus larvas viven a expensas de sus hospedadores, las larvas de los escarabajos o gusanos blancos del suelo. El moscardón tiene altísima preferencia por los gusanos blancos del escarabajo rubio Cyclocephala signaticollis. Durante esta fase, el moscardón permanece como una amenaza latente, dormida, que aflorará en el verano siguiente. Son nueve meses de preparación para luego atacar con todo y reiniciar su ciclo.
El incremento del número de moscardones ha afectado seriamente a la producción apícola argentina, especialmente en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pampa que concentran el 90% de las colmenas del país. Este insecto además de afectar a la industria apícola afecta indirectamente la producción agrícola, ya que el moscardón caza a las abejas en vuelo antes de que contribuyan con el proceso de polinización. Al consumir abejas obreras recolectoras, el moscardón interfiere de forma directa en la actividad agrícola en aquellos cultivos que requieren el uso extensivo de abejas en la polinización, bajando la producción de frutos y semillas.
En cuanto al ciclo de vida del moscardón, es anual y muy particular. Los moscardones adultos emergen de la tierra desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo. Durante este período se alimentan continuamente de insectos, especialmente de abejas melíferas, y colocan los huevos en las zonas habitadas por escarabajos, quienes luego producirán sus larvas. La hembra coloca los desoves en una o dos capas envueltos en albúmina formando una ooteca blanca, en sustratos elevados, maximizando la dispersión de las futuras larvas por efecto del viento. Al nacer las larvas son muy pequeñitas, miden aproximadamente 1 milímetro, caen al suelo, se entierran y pasan estadio larval siguiente, lo cual se produce luego de siete días. El encuentro entre la larva del moscardón y el gusano blanco se produce porque la larva es capaz de buscarlo activamente. La larva del moscardón entonces se aferra externamente al tegumento del gusano, y durante todo el invierno vive a expensas de sus sustancias corporales. A fines del invierno, cuando el gusano blanco se prepara para su transformación en pupa, la larva del moscardón comienza a crecer con rapidez y en el lapso de un mes completa su desarrollo, consumiendo totalmente al gusano hasta transformarse en pupa. En verano la pupa se abre camino en la tierra hacia la superficie del suelo donde emerge el adulto. En cuanto a los gusanos blancos, son rizófagos, plagas subterráneas de los cultivos de cereales, plantas forrajeras, papas, hortalizas y de los pastos de las zonas de recreación causando daños económicos. Existen nueve especies de gusanos blancos en la región Pampeana, y todas muy similares en los efectos que producen a la agricultura, sin embargo, el moscardón ataca casi exclusivamente a una de ellas.
La característica más llamativa del moscardón es que su ataque no es continuo, sino cíclico, algunos años es plaga y otros no causa problemas, aparece unos tres-cuatro años en un lugar y luego no se lo ve por dos o tres, y luego aparece nuevamente. Esto tiene que ver con que su desarrollo está íntimamente ligado a la disponibilidad y distribución de los gusanos blancos del suelo, el alimento de sus larvas, y de insectos voladores, el alimento de los adultos. Debido al íntimo acople de estas interacciones y a los cambios ambientales reinantes es que tiene una dinámica impredecible, al menos desde el sentido común humano. Los veranos secos y calientes favorecen su numerosidad, debido a que factores como la temperatura elevada y la falta de humedad actúan en simultáneo favoreciendo el problema: por un lado, benefician la emergencia de los moscardones adultos desde el suelo y por el otro, las abejas realizan más viajes de recolección de insumos para la colonia debido a que las flores ofrecen menos néctar y las fuentes de agua naturales son escasas, favoreciendo la captura y muerte de las pecoreadoras y aguateras.
¿Qué sucede en el ambiente con las abejas ante las malas condiciones ambientales?
Las altas temperaturas y la escasez de agua afectan a la floración en el sentido de que se acorta la temporada, hay menos flores y además se secan rápidamente, esto hace que haya menor disponibilidad de néctar y polen. Por ende, las abejas deben realizar más viajes y más largos para encontrar recursos y cumplir con su nutrición, y utilizar más energía. En este proceso, están más vulnerables, más expuestas, y más propensas a ser capturadas por el moscardón. Además, en verano las abejas realizan la regulación de la temperatura de la colonia, ventilando la colmena desde la piquera, evaporando agua con las alas y refrescando los panales. Estos factores en conjunto afectan la actividad productiva de la colmena y la salud de las abejas. La emergencia agrícola por falta de precipitaciones genera la disminución de la oferta de néctar, polen y agua, a la cual tampoco escapa la vegetación natural circundante. Este fenómeno es agravado por el cambio climático global, un proceso que está ocurriendo en nuestro planeta gradualmente desde hace varias décadas. Se producen con más frecuencia los eventos extremos, es decir la falta o el exceso de precipitaciones, a la par del aumento gradual de la temperatura media mundial. Si al debilitamiento de las colmenas debido a estos factores le sumamos la acción de un depredador de abejas que resiste de mejor modo estos cambios ambientales y a la vez que es muy eficiente en sus capturas, tenemos que el problema para la apicultura se está volviendo cada vez más grave. Las abejas se estresan, y cuando eso pasa se vuelven más sensibles a las enfermedades producidas por bacterias y hongos.
¿Por qué el moscardón cazador de abejas es una plaga de la apicultura en Argentina?
La explosión demográfica del moscardón probablemente se pudo haber producido debido a un aparente desequilibrio ecológico que podría haberse ocasionado por diversas causas: 1) El marcado incremento de la actividad apícola alrededor del año 1920. El auge de la apicultura en la Argentina hizo que muchos apicultores establecieran sus colmenas en las zonas más favorables del país. Esto provocó un aumento significativo del número de abejas en los pastizales pampeanos con la subsiguiente disponibilidad en grandes cantidades de una excelente fuente de alimento para el moscardón. Si bien los moscardones pueden alimentarse de varias especies de insectos voladores, el rápido desarrollo artificial de las colonias de abejas producida por los apicultores pudo haber producido un rápido incremento del número de moscardones. Entonces el crecimiento abrupto de una de las poblaciones de sus presas (abejas), trajo aparejado el incremento de la población del depredador (moscardón), sin intervención de restricciones ecológicas o ambientales que detenga su crecimiento poblacional (ausencia de enemigos naturales, competencia intraespecífica, enfermedades, factores ambientales, etc.). 2) El moscardón pudo haber tenido algún tipo de resistencia a los insecticidas utilizados para el control de plagas de los cultivos. Una posibilidad es que, durante el marcado incremento poblacional, el moscardón haya estado expuesto a agentes químicos sin afectar su supervivencia, ya sea: a) en su etapa de adulto, a través de sistemas altamente eficientes de detoxificación, o b) en su etapa larval, a través de protección mediante refugios espaciales que evitan su exposición a la acción de los productos químicos, ya que el moscardón pasa gran parte del año como larva enterrado en el suelo viviendo a expensas de su hospedador. 3) Las prácticas de laboreo sin roturaciones de la tierra (siembra directa) o con sistema de arado nocturno. Estos sistemas de labranza favorecen la proliferación de los gusanos blancos debido a que las aves insectívoras no pueden alimentarse de ellos y así controlar su número en el suelo. Entonces de esta manera se conserva en el suelo la fuente de alimento esencial para la larva del moscardón durante todo el otoño e invierno, con la consiguiente aparición de los adultos en el verano siguiente. Si bien la siembra directa deja los gusanos en el suelo, aunque se realice el arado convencional diurno en los lotes, los bordes que contienen vegetación natural son ambientes con complejidad ambiental que permiten la conservación de «refugios» de pastizal para los gusanos blancos y por consiguiente para la cría del moscardón. Cabe destacar que estas posibles causas surgen de las observaciones y de la investigación científica realizada hasta el momento. Probablemente otras causas hayan intervenido en este desmedido aumento de las poblaciones de moscardones en la región Pampeana, que pueden estar relacionadas con la biología poblacional del moscardón y sus relaciones ecológicas con sus presas y hospedadores.
¿Pero, por qué aún no tenemos una estrategia de control eficiente?
Esto tiene explicación. El moscardón presenta un ciclo de vida muy particular, con una estructura poblacional compleja, del tipo metapoblacional, es decir, que está repartido por la región Pampeana en poblaciones pequeñas interconectadas, donde cada una sigue su propia dinámica. Por eso, a veces lo vemos por aquí unos años, y luego lo vemos por allá en otros. Su ciclo de vida está relacionado con el de las abejas y acoplado al de los escarabajos, donde muchos factores biológicos están en juego, sumado a la influencia de las condiciones ambientales y a las características de los campos en donde habita, como ser el manejo agropecuario, la vegetación natural espontánea circundante, la presencia de sustratos alternativos de postura de huevos como alambrados, cables, etc. Además, como para agravar el problema, este insecto tiene un radio de acción muy amplio, de kilómetros, con lo cual cualquier medida local de control a nivel de apiario que se tome puede resultar inefectiva, debido a que el moscardón puede sobrevivir en los campos circundantes si no se realiza ningún tipo de práctica para disminuir su presencia. Aquí tener en cuenta la escala espacial es muy importante, la cual debería ser regional, y es algo muy difícil de realizar. Anteriormente, se ha intentado combatir al moscardón utilizando un control químico con tres insecticidas, como el endosulfán, la cipermetrina y la deltametrina, pero esta práctica no ha tenido mucho éxito debido a que los moscardones pasan enterrados en el suelo la mayor parte de su vida y a que los adultos son poco afectados por estas sustancias. Además, esta práctica es muy desaconsejable, debido a que se ha comprobado que estos insecticidas poseen un alto nivel de riesgo para los apicultores que los utilizan produciendo diversos grados de intoxicación.
¿Qué estudios se están realizando?
Hace varios años que en el laboratorio estamos investigando y generando conocimiento acerca del ciclo biológico del moscardón, y aquí mencionaremos algunos de los resultados más relevantes en relación con la apicultura. En primer lugar, nos centramos en el estudio de las principales características biológicas de los adultos, con las limitaciones que implica no haberlos podido mantener ni criar en el laboratorio debido al estrés que les produce el encierro. Por ello, el conocimiento que tenemos de los adultos está limitado a los estudios que se lograron hacer a campo. Pudimos determinar que el moscardón se alimenta en más de un 90% de abejas melíferas, pero cuando no las encuentra disponibles se alimenta de muchos otros insectos. Claramente ha sabido aprovechar los sitios donde se han emplazado los colmenares, sacando ventajas de alimentarse de un insecto con alta disponibilidad, nutritivo y fácil de capturar, que le ha dado un éxito reproductivo altísimo. Además, observamos que los moscardones adultos pueden detectar de algún modo la presencia de los escarabajos en los campos, encontrando más cantidad de gusanos atacados a medida que aumenta la densidad de ellos. Luego, nos abocamos al estudio de las larvas, como para conocer los factores que son importantes durante esta fase del ciclo, que es la más extensa. Hoy en día, contamos con una idea bastante completa de los factores que gobiernan el comportamiento de la larva y el ataque a los gusanos blancos. Como ya se mencionó, pudimos determinar que parasita con preferencia al gusano blanco del escarabajo rubio, que es aquel que aparece en los faroles de los campos y de las rutas en las noches cálidas. A partir de allí, pudimos determinar que, localmente, su presencia está vinculada a la presencia de este escarabajo y de la actividad simultánea de las abejas. En paralelo, estudiamos en donde las hembras de los moscardones prefieren colocar sus huevos. Encontramos que tiene una exigencia notable: los desoves son colocados en sustratos que tengan una altura superior a un metro, naturales o artificiales, vivos o secos, pero lo importante es su altura. Con mucha frecuencia se observan desoves en los pastizales de cardo y carda ya florecidos, dos especies exóticas que le brindan un sustrato muy adecuado y estable para dejar sus desoves. Así, tienen una estrategia de dispersión de las larvas que es favorecida con la brisa de la región Pampeana, con lo que logran llegar lejos del punto de oviposición y así dispersarse y alcanzar áreas tanto cercanas como lejanas con gusanos blancos, produciéndose una “lluvia de larvas” que barre varios metros de distancia en las direcciones preponderantes de los vientos. Una vez que caen en la tierra, se entierran y allí comienza la odisea: encontrar un gusano blanco en un mundo complejo, compacto, oscuro, como es el suelo. La estrategia es usar olores desprendidos por los gusanos, de esta forma los encuentran, y por ese olor pueden percibir si están en inmediaciones de un gusano de la especie preferida. Una vez encontrado el gusano, deben tomar la decisión de atacarlo y parasitarlo, y muchas veces un gusano es parasitado por más de una larva, quienes compiten en forma silenciosa hasta que una sola queda viva. Así, esa larva pasa meses alimentándose del gusano, hasta que antes de la primavera lo mata y empupa. De la pupa, sabemos que es favorecida por la baja humedad y por el calor primaveral. Si bien los resultados obtenidos hasta el momento son importantes, queda aún un enorme camino por recorrer para la obtención de conocimiento sobre los factores que podrían afectar el extraordinario éxito reproductivo del moscardón. El conocimiento integral de las interacciones que mantiene con sus presas y hospedadores permitirá elaborar, en un futuro no tan lejano, estrategias fundamentadas de manejo de esta importante plaga de las abejas.
Ahora que ya se conocen muchos aspectos del ciclo de vida, comienza la etapa de dedicarnos a encontrar de qué manera podemos minimizar la acción negativa del moscardón sobre la apicultura. Estamos realizando, tomando todo el conocimiento adquirido y contemplando el que vamos a obtener próximamente, una estrategia de manejo integrado en la que combinaremos distintas prácticas, incorporando control manual, físico, y químico. Estas prácticas incluyen el manejo de la vegetación de los lotes circundantes al colmenar y de los gusanos blancos del suelo, el potencial desarrollo de una trampa para adultos, y la evitación de la propagación de las larvas a partir del tratamiento químico de los desoves mediante compuestos semioquímicos que no dejan residuos contaminantes en la miel, presentan baja toxicidad para los animales de sangre caliente y no afectan a las abejas. Dado que el ciclo de vida se completa en un año, se complica mucho obtener resultados rápidamente, y por eso estimamos que en dos o tres años tendremos alguna alternativa factible de realizar para minimizar sus poblaciones. Este año, ideamos un proyecto para construir un mapa actualizado de la distribución geográfica del moscardón, de modo de entender si su rango geográfico se encuentra en expansión o se sigue manteniendo acotado a la distribución informada hacia 1980. Además, la idea es poder diagramar una herramienta predictora de daño futuro, a partir de la realización de monitoreos durante el año anterior, para entender si en el verano siguiente los colmenares serán atacados por el moscardón y con qué nivel, como para dar tiempo suficiente al apicultor a prepararse y a cambiar el emplazamiento de las colmenas si fuera necesario para evitar el ataque y pérdida de material apícola.
¿En dónde se realizan los estudios?
El lugar físico donde se realizan las investigaciones sobre el moscardón es el Laboratorio de Entomología Experimental – Grupo de Investigación en Ecofisiología de Parasitoides y otros Insectos (GIEP), que forma parte del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. El GIEP es una unidad de investigación científica que desarrolla proyectos sobre diferentes aspectos de la biología de los insectos, dirigida por los biólogos Marcela Castelo y José Crespo que son investigadores de CONICET. El tema central de estudio son las interacciones entre el moscardón cazador de abejas, los gusanos blancos del suelo y las abejas melíferas. Particularmente, en el laboratorio se estudian los factores que tienen influencia sobre el éxito reproductivo del moscardón, la influencia de las características ambientales sobre las distintas etapas de su ciclo biológico, y los atributos que son relevantes sobre el comportamiento y la toma de decisiones de los adultos y de las larvas al momento del ataque de sus presas. Además, se está desarrollando una línea de investigación donde se estudian los efectos de la variación de la temperatura ambiental sobre el desarrollo y éxito reproductivo de los moscardones como herramienta de predicción de su éxito de vida y de su impacto sobre las actividades productivas, como ser la apicultura y la agricultura, ante un escenario de calentamiento global.
Como para finalizar, aquí se describen algunas recomendaciones básicas y momentáneas para disminuir parcialmente el ataque del moscardón cazador de abejas:
Las prácticas de manejo más adecuadas para bajar la densidad de sus poblaciones serían aquellas dirigidas a reducir su proliferación, mediante el manejo de algunos parámetros de campo:
- Sabemos que la altura de oviposición preferida por el moscardón afecta su éxito reproductivo y que la limitación de la disponibilidad de sustratos altos podría evitar la deposición de desoves en lugares estratégicos de los colmenares. Una práctica factible sería cortar, en las inmediaciones de las colmenas, la vegetación que supere la altura umbral de oviposición de 1,25 metros, lo que disminuiría la dispersión exitosa de las larvas. Esta práctica debería hacerse a mediados o fines de diciembre, justo antes de la temporada de vuelo y oviposición del adulto.
- Otra acción aconsejable es el emplazamiento de los colmenares en sitios con baja cantidad de alambrados. Estos lugares generalmente se corresponden con campos usados para ganadería, donde en general los animales son contenidos dentro de los lotes mediante la utilización de alambrados eléctricos. Estos alambrados poseen un solo hilo y a muy baja altura, de modo tal que, si algún desove es colocado, la dispersión de las larvas sería limitada. Además, en estos sitios la vegetación se encuentra al ras del suelo por acción del ganado, con lo cual no existirían sustratos alternativos para la oviposición. Asimismo, la actividad del ganado afecta la abundancia de gusanos blancos, debido a la compactación del suelo que ocasiona el pisoteo y a la competencia por alimento. Sin embargo, se requiere que haya floración arbórea o en lotes alejados que las abejas puedan alcanzar.
- Se ha detectado una marcada preferencia del moscardón hacia los gusanos blancos del escarabajo rubio. Entonces, las acciones de control tomadas para reducir las poblaciones de gusanos contribuirán a reducir la proliferación de moscardones. Esta práctica puede resultar doblemente ventajosa porque se estarían controlando dos plagas al mismo tiempo, y sería factible de realizar, dado que el período de contacto íntimo entre la larva y el gusano blanco se prolonga hasta 7 meses en el suelo, de marzo a septiembre. Se especula que este es el período clave y más efectivo para manejar al moscardón, debido a que se encuentra en etapa larvaria asociado a su hospedador. De esta manera, los trabajos de manejo serían previos al ataque del adulto, y cualquier práctica que elimine a los gusanos blancos parasitados también eliminará al moscardón.
- Entre las acciones a tomar contra el moscardón en pleno verano se encuentran las que tratan de evitar la depredación de abejas por los adultos. Una práctica común observada entre los apicultores, cuando sus apiarios son fuertemente atacados, es cambiar las colmenas de lugar. A veces, a pesar de los esfuerzos y en un lapso breve, el nuevo sitio de emplazamiento de las colmenas se ve también afectado por el ataque de este insecto. Esta práctica no resulta efectiva porque los apiarios son muy sensibles a ser colonizados por el moscardón, debido a su dieta específica y a que es extremadamente móvil. Sin embargo, un factor clave para que el moscardón se encuentre presente en los apiarios es la disponibilidad de gusanos blancos para sus larvas. Entonces, en los colmenares con muy baja densidad de gusanos, la abundancia de moscardones será menor, debido a que los adultos tienen alguna capacidad de “calificar” la presencia de escarabajos. En consecuencia, en la siguiente temporada los moscardones tenderán a ser menos numerosos en aquellos colmenares con escasa presencia de gusanos blancos.
- Paralelamente, mantener en los colmenares una fuente de agua de forma continua, proporcionar a las colmenas al menos algo de sombra por día, y evitar sobrecargar con colmenas el área de pecoreo de las abejas. Cuando en un emplazamiento apícola se ubican más colmenas que la oferta de alimentos y agua disponible en el radio de vuelo de las abejas, se provoca un estrés alimentario. En consecuencia, las abejas realizan muchos más viajes, pueden enfermar y son más vulnerables al ataque del moscardón cazador de abejas.
- El manejo del moscardón en otoño e invierno traería aparejadas ventajas prácticas, como ser: 1) no hay producción continua de huevos y larvas como en verano, que obliga al apicultor a realizar prácticas de control continuas y en vano para eliminar los huevos, 2) la práctica de control se haría en un solo paso, dado que no hay reproducción del moscardón ni de los gusanos blancos en este momento, 3) en esta etapa los gusanos blancos son prácticamente inmóviles, con lo cual el manejo podría limitarse a un área más pequeña, 4) el tratamiento sería preventivo y se haría sobre el suelo, evitando el daño en el colmenar en el verano siguiente, 5) el control invernal de la larva evitaría la contaminación de la miel que produce la aplicación de productos químicos inespecíficos, dado que dichos productos deben ser distribuidos en el pastizal y en los alambrados, en la zona donde pecorean las abejas, y 6) además de manejar al moscardón se manejaría también al gusano blanco, eliminando simultáneamente a dos plagas de importancia en distintos ámbitos del agro.
Bibliografía científica: Listado disponible en http://www.ege.fcen.uba.ar/investigacion/grupo-de-investigacion-en-ecofisiologia-de-parasitoides-giep/