El cambio climático en la apicultura y la apicultura en el cambio climático
La importancia del cambio climático comenzó a evidenciarse en los últimos años y está atribuida directa o indirectamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano y dióxido de carbono, conduciendo un aumento en las temperaturas globales. Desde la Universidad Nacional de Mar del Plata y el INTA-PROAPI se está trabajando con organizaciones de productores del centro de la provincia de Buenos Aires, de Santa Fe y distintos actores de la cadena de la miel, con el objetivo de evaluar su huella de carbono.
Autores: Carla Sandoval y María Alejandra Palacio (Facultad de Ciencias Agrarias, UNMdP; INTA-PROAPI)
La importancia del cambio climático (CC) comenzó a evidenciarse en los últimos años de manera más acentuada debido a los visibles desequilibrios en la naturaleza y las transformaciones del ecosistema presente. Esta variación del clima en forma persistente está atribuida directa o indirectamente a la actividad humana y sus emisiones de gases de efecto invernadero, conduciendo un aumento en las temperaturas globales.
Para comprender más plenamente por qué aumenta la temperatura debemos entender el proceso en el cual se están manifestando estos cambios. El mismo se denomina Efecto Invernadero y es fundamental conocer su mecanismo para entender su importancia.
La radiación solar, que incide sobre la tierra, es captada en parte por la superficie terrestre. Una porción de esta energía se refleja y es captada por gases específicos que forman parte de la atmósfera, como lo son el vapor de agua y el dióxido de carbono, entre otros. La función de estos gases es captar la energía sobrante para así mantener una temperatura global de 14°C.
Algunas actividades realizadas por el hombre emiten este tipo de gases a la atmósfera, aumentando su concentración y, por consecuencia, la energía reflejada se captará en mayor proporción produciendo un aumento de la temperatura global. (Figura 1)
En los últimos 150 años, la mayor parte de las emisiones producidas por el hombre han sido por la combustión de hidrocarburos y carbón para generar energía dando como resultado la liberación dióxido de carbono en grandes concentraciones. Para poder conocer más profundamente el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producido por la actividad humana, se debe conocer en primera instancia las emisiones actuales para la obtención de un bien o servicio, por eso se creó un indicador denominado Huella de Carbono.
En el mundo, las emisiones provenientes de la agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra representan un 26%, mientras que en Argentina se estima que corresponden a un 37% de todas las emisiones que tienen lugar en el país. (Figura 2). Como podemos observar, este sector se encuentra en estrecha dependencia con los posibles impactos que las actividades tengan sobre el medioambiente.
La demanda de recursos naturales ha crecido de manera acelerada debido a que la población urbana ha crecido un 50% a nivel global. Su demanda, especialmente del recurso energía, es mayor que la perteneciente a la población rural. Asimismo, la escasa accesibilidad de bienes y servicios en zonas rurales y las nuevas tecnologías aplicadas, para la obtención de recursos naturales de manera más eficiente, invita a las poblaciones rurales a la migración masiva ocurrida en los últimos años.
Como consecuencia del aumento de la demanda de recursos y la innovación tecnológica desarrollada para satisfacer estas necesidades, se encuentra una pérdida irreparable de recursos no renovables, como lo es el petróleo convencional. También se pueden mencionar otros factores que influyen al medioambiente como lo es la generación de residuos en mayor medida de la que los procesos naturales pueden degradarlo o el ritmo de utilización de recursos naturales (como por ejemplo el agua) por encima de su reposición. Esto sumado al aumento de temperaturas medias por emisiones de dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera provoca desequilibrios en el medioambiente llevando a la disminución de la diversidad biológica y así mismo la destrucción de hábitats naturales.
Afortunadamente, el trabajo de la comunidad científica, los gobiernos y actores de las distintas cadenas de producción que se ven afectadas por estos cambios, pudieron reflejar esta preocupación al resto de la población. El medioambiente y su protección son conceptos que actualmente se encuentran en la mente de los consumidores, que no solo se interesan en obtener un bien o servicio de calidad, sino que también posea el menor impacto medioambiental.
Palabras tales como “agroecológico”, “sustentable”, “amigables con el ambiente”, entre otras, empiezan a ser habituales en la mente de los consumidores y productores que buscan de alguna manera contribuir al bienestar medioambiental. La huella de carbono toma relevancia ya que puede ser comunicada a los consumidores y permite que los mismos puedan tomar conciencia del grado de contribución a los gases de efecto invernadero por la adquisición de un bien o servicio.
Por otro lado, el uso de parámetros ambientales, como una herramienta comercial para la imposición de barreras no arancelarias, es una fuente de preocupación para Argentina. Nuestro país viene manifestando inquietudes en los distintos foros multilaterales que abordan esta problemática, ya que considera que se muestra en desventaja ante los países desarrollados por la posible implementación de estas medidas en los productos de exportación.
La obligatoriedad de la información podría derivar en exigencias de etiquetados con diferentes criterios ambientales que se exigirían, de la misma forma, para productos nacionales como importados, incluidos de los provenientes de países en desarrollo como lo es Argentina.
Por este motivo distintas instituciones, tanto públicas como privadas, han participado en el análisis de las emisiones de GEI de las distintas cadenas de producción. El sector energético presenta un nivel de desarrollo de este tipo de mediciones mayor a otros sectores de la industria.
Respecto al sector agroalimentario, se pueden encontrar estudios sobre la huella de carbono de la cadena de valor de la caña de azúcar (2.75 a 3.01 kg CO2 eq/kg etanol proveniente de la caña de azúcar), el sistema de panificación a partir de trigo (0.884 Kg CO2 eq/ Kg de pan), soja, girasol, maíz, maní, y otros tipos de industrias como la vitivinícola y la láctea, dentro del sector de alimentos. Así mismo, actualmente se están desarrollando estudios sobre la cadena de producción citrícola, de té, sorgo azucarado y producción de carne.
Efecto del cambio climático en la cadena apícola
La actividad apícola es altamente influenciada por el entorno y depende de condiciones climáticas óptimas para el correcto desarrollo y la obtención del máximo beneficio de la actividad. Pero fundamentalmente brinda al medioambiente un servicio sumamente importante para la subsistencia de especies vegetales como lo es la polinización.
La polinización por abejas representa entre 73 y 88 % de la polinización entomófila. De las mismas depende la supervivencia y evolución de más del 80 % de las especies vegetales del planeta. El valor estimado por sus servicios es de 40 billones de dólares anuales, más de un tercio de la producción de alimentos en muchos países.
Debe considerarse que el CC puede alterar la relación entre planta- polinizador y su codependencia verse afectada. Esto no solo impacta directamente en la ecología, sino también de forma indirecta en el volumen de producción obtenido. (Figura 3)
El CC involucra mayor frecuencia de eventos climáticos extremos, períodos de precipitaciones y/o sequías prolongadas, temperaturas irregulares y fuera de temporada. Estos cambios alteran los ciclos fenológicos y sus interacciones, afectando las curvas de floración, los ecosistemas y poblaciones (menor disponibilidad de alimento, ataque de meliponas a colmenas de Apis mellifera, aparición de plagas, derretimiento de colmenas, menor calidad de productos).
Efecto de la cadena apícola sobre el CC
En relación a la huella de carbono de la cadena apícola, el primer estudio es publicado en 2013 por la Universidad de Davis, California. El estudio se basa en encuestas a productores comerciales de gran escala, mediana escala y pequeña escala, para poder identificar la eficiencia de las mismas. El resultado obtenido en este estudio de las emisiones de GEI es de 0.67 a 0.92 Kg CO2e/kg de miel procesada. Así mismo, se destaca que el transporte es la etapa del proceso que aporta la mayor proporción de emisiones.
Igualmente, la cadena apícola argentina cuenta con un estudio realizado sobre la medición de huella de carbono en el año 2014. El análisis se basada en entrevistas a referentes apícolas concentrados en la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos y Santa Fe. También en información recabada en hojas de campo de producción mensual de miel, proveedores de tecnología e información de organismos nacionales e internacionales. La huella de carbono obtenida en ese estudio es de 2.5 ± 0.17 kg CO2e/kg de miel, siendo el gas más emitido es el dióxido de carbono.
Desde la Universidad Nacional de Mar del Plata y el INTA-PROAPI se está trabajando con distintos actores de la cadena con el objetivo de evaluar la huella de carbono de la cadena miel en organizaciones apícolas de la región pampeana, identificando el tipo de emisiones de GEI y los puntos en la cadena de mayor impacto en el medioambiente y evaluar opciones de mitigación.
Siguiendo las directrices de la metodología ISO 14044, se propone construir un inventario de GEI a partir de encuestas e información primaria de cooperativas de apicultores ubicados en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe que siguen las recomendaciones del sendero tecnológico para conocer el impacto ambiental de la actividad, identificando los puntos críticos y brindando estrategias de mitigación.
Si bien la comunidad internacional considera la huella de carbono como una medida del impacto en el CC, la actividad apícola aporta beneficios al ambiente por los servicios sistémicos ofrecidos que sería conveniente contemplarlos en las evaluaciones del impacto ambiental.
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