Apicultura: Una salida para mujeres rurales
Me llamo Marina Muscolo, siempre fui amante y gran admiradora de la naturaleza, siento una conexión divina con ella. Esta conexión me empujó a estudiar Agronomía y gracias a esa profesión, ya hace varios años recorro el campo argentino. Así es como conocí a varias familias rurales y me dí cuenta de la necesidad de un tener un oficio que les brinde un ingreso para las mujeres de esas familias. La idea fue tomando forma a lo largo de los años y en 2016 se me ocurrió pensar en el oficio de la apicultura. Me gustó porque no ocupa mucho lugar (las mujeres no son propietarias de la tierra) la miel tiene larga duración y las abejas polinizan los cultivos y plantas del campo donde están.
Tenía una idea y ¡un millón de dudas! entonces empecé a estudiar el tema y decidí que el primer año tenía que probar el oficio yo misma. Arranqué con cuatro colmenas y muchas ganas de aprender. Rápidamente me fue envolviendo el mundo de la apicultura como un agujero negro imposible de salir. ¡¡Es un mundo fascinante!!
Miles de millones de abejas recorren cada rincón del planeta trayendo sus secretos. Son como hadas de la naturaleza. Observarlas es magia pura.
Así llegué al punto donde me di cuenta que es una actividad perfectamente realizable por una mujer. Ajustando algunos detalles como usar alzas chicas para levantar menos peso. Que las abejas son grandes sensores del medio ambiente y la naturaleza. En definitiva, me di cuenta que el impacto posible del proyecto era mucho más grande que sólo fomentar un ingreso extra a las familias rurales. Que estas pequeñas criaturas, las abejas, ¡¡tienen tanto que enseñarnos y transmitirnos!!
¿Y ahora qué? ¿Cómo contagiar a otras mujeres? Empecé a hablar y compartir esta idea por todos lados. El primer año se sumaron las primeras dos apicultoras. Les dí unas colmenas a cada una y todo el equipo para hacerlas producir. Periódicamente revisábamos las colmenas juntas y les fui compartiendo todo lo que yo había aprendido. Su primer cosecha la hicimos juntas, fue muy gratificante vivirlo entre las tres.
Entonces me surgió la idea de que, al igual que las abejas, tenía que ser una comunidad. Surgio la cadena de favores, en la que la nueva interesada recibe material apícola y tiene la opción de pasárselo, con su trabajo y producción, a otra mujer rural que quisiera arrancar. Así se fue pasando de mano en mano y se sumaron otras apicultoras al grupo. Crecimos también en otras zonas de la provincia de Buenos Aires. Nos juntamos para lograr capacitaciones presenciales en cada zona con técnicos locales, para organizar pooles de compra y venta y para conseguir financiamiento.
Esta comunidad fue creciendo contagiadas por valores como la solidaridad, la colaboración y una mayor conciencia ambiental, mujeres de todos los ámbitos empezaron a sumarse a la comunidad. Se sumaron haciendo venta de la miel, difusión de la historia, compartiéndolo en las redes, como consumidoras, etc.
Así en 2020 volcamos las capacitaciones a la virtualidad. Fue así que pasamos de 90 mujeres en capacitación presencial a 300 mujeres y en todas las provincias argentinas. Y en el 2021 ya somos más de 1000 mujeres en estas capacitaciones, no solo de Argentina sino de 17 países más.