Pensar la polinización
Pensar la Polinización.
Si recorremos los textos de apicultura de la década del ´60 y ´70 nos encontramos con la idea del trabajo con las abejas ligado al concepto de granja. Donde pocas colmenas instaladas sobre caballetes bajo un monte frutal, convivían con gallinas, la crianza de conejos, la huerta, etc. Las fotos de grandes colmenares o vehículos con grandes cargas eran pocos frecuentes o eran imágenes de otros países. Del movimiento de colmenas, se escuchaba poco, salvo ‘movidas’ heroicas de algún centenar, al Norte, o los primeros servicios de polinización en el Alto Valle del Río Negro.
Por ese tiempo, claro, no se contaba con los recursos tecnológicos con los que contamos hoy. No solo en vehículos (algunos movimientos de colmenas fueron en tren), sino también por ventajas en la actualidad, tales como, telefonía, comunicaciones, pronósticos climáticos, acceso a auxilios mecánicos, comodidades para la estadía del apicultor y su personal; y no menos importante, el contacto con otros colegas que desarrollan la misma actividad a cientos de kilómetros de su lugar de residencia. Pero por sobre todo el ‘know how’, la habilidad, la pericia, logradas con los años, sobre el desarrollo de las colmenas, su manejo y aprovechamiento de las condiciones de lugar y de floración.
Así hoy, encontramos circuitos bien establecidos de trashumancia, como ser, el de los apicultores que inician en la yunga Jujeña o Tucumán, bajando a los montes catamarqueños, cordobeses o puntanos; a aquellos que van en busca de los cultivos de ciruela de Mendoza para luego ‘mielar’ en los montes del oeste de La Pampa; o los apicultores que van a Río Negro y Neuquén, y luego trasladan sus apiarios a los montes bajos de La Pampa, o los de Rio Negro; y los bien arrojados que se embarcan río adentro del Paraná; y aquellos que mueven desde plantaciones de girasol, a los eucaliptus entrerrianos y correntinos, o a los campos de flor amarilla, por solo mencionar algunos.
Con el esfuerzo consabido, muchos apicultores han podido invertir en maquinaria y equipos de carga, esto es: plumas, autoelevadores, etc., que hacen más ‘aliviada’ tanto la movilidad de colmenas como los esfuerzos y el desgaste físico del apicultor, durante la cosecha de miel.
Estos movimientos han procurado mejores condiciones para la vida de las abejas y para sacar tal vez ‘una alzita más’ (o a veces la única), pero empujados, sobre todo por la desaparición de flora apícola valiosa en varias regiones antes productivas.
Observamos así, grandes cambios en nuestra apicultura. Quizá uno de los más relevantes es que quedan muy pocos lugares en el centro del país con oferta floral rica para el desarrollo y multiplicación de las abejas y el logro de cosechas de miel redituables.
Las continuas aplicaciones de los llamados fitosanitarios: insecticidas, fungicidas, herbicidas, etc., son causa bastante común de pérdidas de abejas y hasta de colmenares completos. Uno de los grandes problemas de la apicultura que espera un movimiento de los organismos de control para la búsqueda y gestión de las soluciones en este aspecto.
Otro cambio es que la trashumancia, cada vez más, se va reduciendo a las estructuras de grandes apicultores, por cantidad de colmenas y por sus ‘espaldas financieras’ (ya sea por su capacidad de endeudamiento o a la posibilidad de obtención o tenencia de capitales), ya que se verán con la necesidad de hacer inversiones importantes en equipamiento, mantenimiento de máquinas y herramientas, consumo de energía, combustible, o el salario de los trabajadores. Esta ‘riesgos’ en erogaciones del apicultor trashumante, se ven más altos aún por políticas económicas, hoy, contrarias a la producción apícola (entre otras actividades del agro), lo que influye directamente en la motivación para seguir apostando a una actividad de alto riesgo, en marcos de incertidumbre económica.
Vinculada con la búsqueda de la actividad trashumante más vinculada a la mejora de las condiciones de producción de las abejas, aparece un servicio especializado como es el de la Polinización, antes, más vinculado a los movimientos de las grandes empresas, y la aplicación de técnicas biológicas a los rindes de cultivos. Materia indispensable: mover colmenas en tiempo y forma para brindar un servicio externo a la colmena, pero allí puede estar también su dificultad. ¿Por qué? Porque como apicultores argentinos, tenemos muy marcado como objetivo principal, la cosecha de miel. En consecuencia, polinizar cualquier cultivo, requiere cambiar el ‘chip’ del apicultor de ‘mielero’ o ‘de multiplicador de colmenas’ al de ‘polinizador’, y menos técnico, ¿un co-hacedor de semillas y frutos? La polinización es una actividad especializada, y será necesario obtener mayores conocimientos sobre cultivos y de la preparación de la colmena, conocer las distintas floraciones donde el apicultor hará ‘su intervención’; el medio, los recursos con los que las abejas contarán, los tiempos, los riesgos, y hacer las previsiones acerca de cómo esto influirá en las colmenas, y en consecuencia en el servicio prestado. ¿Algo más para tener en cuenta en la actividad? Sí, que, junto a una nueva formación en esta actividad de la colmena, seguirán presentes los esfuerzos de tiempo en largas jornadas de manejo de vehículos, y sus contingencias, y movimientos de cuidados para la integridad de las abejas.
Durante los últimos años, muchos cultivos están demandando un servicio profesionalizado, como es deseable. Por mencionar algunos: paltas, kiwis, arándanos, manzanas, peras, cerezas, ciruelas, duraznos, vicia, trébol, colza, girasol, entre los que requieren cantidades considerables de colmenas.
En el último año, los fenómenos climáticos conocidos, y una sequía importante, posicionaron a los servicios de Polinización como alternativa de obtención de un ingreso por alquiler de colmena.
¿Una variable que podamos observar en este derrotero de los últimos, 50, 70 y … años? Sí: la Apicultura no se rinde. El apicultor no se rinde, se adapta.
En esta situación de país y sistemas agroeconómicos, la alternativa sigue siendo ‘apostar’ y ‘aportar’. Y en el terreno de la Polinización serán necesarios los movimientos hacia la obtención de mayores conocimientos y capacitación: conocer de las interacciones entre plantas y polinizadores, de la interacción entre agroecosistemas y realizar nuevos esfuerzos de gestión también en el marco de la salud de los ecosistemas.
La producción mundial de cultivos, depende de la Polinización de los mismos. Aquí la Apicultura tiene una demanda: ser consciente de un servicio ecosistémico esencial, que podrá prestar con una mayor profesionalización. Y el apicultor se encuentra frente a una nueva oportunidad: de capacitación, de organización propia, de autorregulación de sus condiciones para aprovechar oportunidades. Ojalá que podamos hacer los ‘cambios sostenibles’ entre todos los sectores que intervienen en las actividades productivas, y en particular que la Apicultura continúe en un camino de profesionalización, y que siga siendo un buen trabajo. Como dice Berbagelatta, una actividad en la que se pueda “aplicar energía intelectual y corporal, y que redunde en beneficio de una colectividad, con la posibilidad de ganar el sustento”. Todo eso.
Walter Seewaldt